sábado, 17 de abril de 2010

Tiempo perro

Sol temprano. No, ninguno.
Aunque debería.

Memoria de un sueño rebuscado, donde
las paredes son siempre las mismas.
Pegote de sábanas y almohadas.
Por Dios, me quedaría un buen rato así,
aunque lo sé, después viene los huesos
que molestan, la vejiga que se hincha
y razonamientos de dormido.

Lo habitual, ropa, higiene matutina,
galletas para el desayuno en oficina,
las llaves del auto y Tigre que me mira.
Sacaría a dar una vuelta a esos ojos,
pero como siempre, llego tarde hoy.

No tengo tiempo para perros.
Aunque debería.